“Había una vez, en un país muy lejano…” Así podría empezar este relato. Hace mucho tiempo, lejos de aquí, mi esposo y colaborador, Tico Torres, y yo éramos dos pobres artistas que vivíamos y trabajábamos en Londres. Un día gris de noviembre en 1988, luego de una estéril y deprimente entrevista en la revista British Vogue, Tico y yo íbamos subiendo por la profunda escalera rodante de la estación Tottenham Court Road del subterráneo londinense cuando de pronto, ante nosotros, un enorme cartel anunciaba: “Celia Cruz en Concierto en el Hammersmith Palais”. Sobrecogidos de nostalgia, decidimos averiguar el paradero de Celia, a ver si podíamos dar con ella.
Después de varias horas jugando a los detectives y un sinnúmero de llamadas telefónicas a los hoteles del área, dimos con ella. Con total audacia preguntamos por Celia Cruz, sin saber que estaba inscrita bajo Celia Knight. Fue un milagro que nos comunicaran directamente con su habitación. Una voz masculina contestó el teléfono. Era Pedro Knight. Le dijimos que éramos dos muchachos cubano-americanos de Miami que deseábamos conocer a Celia Cruz. “Espérense un momentico” nos contestó. Apenas unos segundos después, aquella voz inconfundible nos interpelaba: “ Sí? Dígame?
“La quisiéramos conocer” le dijimos. Inmediatamente nos invitó a pasar al día siguiente por el hotel, donde habría una rueda de prensa con los medios británicos. Cuando todos se fueron, Celia nos invitó a acompañarles a ella y a Pedro a su suite. Allí nos sirvieron té, pastelitos típicos, y sándwiches de pepino, una regia merienda con la Reina. Qué importó no haber tomado el té con su Majestad la Reina Isabel, si nuestro té fue con nuestra Reina.
Al poco rato nos invitó a su concierto en el Hammersmith Palais. No nos quedó más remedio que decirle que no contábamos con fondos para ello. (Lo cierto es que llevábamos semanas comiendo pan con mayonesa, tal era nuestra situación. Dicho en cubano: estábamos con una mano alante y la otra atrás). A lo que ella contestó: “Déjenme ver qué puedo hacer”. A la mañana siguiente, Celia nos estaba llamando por teléfono a nuestro piso en Earl’s Court para decirnos que tendríamos dos entradas a nuestro nombre en la taquilla del teatro.
Las entradas resultaron ser de primera, “VIP All Access Passes”. Tico se puso muy nervioso, pero yo insistí en que nos ubicáramos en la cabina de sonido desde donde se tenía una vista panorámica y perfecta de todo el teatro. Aquella fue la primera vez que vimos a Celia sobre un escenario. Al terminar el concierto, fuimos con ellos a los camerinos. Celia y Pedro nos trataron como si fuéramos de la familia. Quién se hubiera imaginado que aquello era el principio de una amistad que duraría 15 años, y que tendríamos el privilegio y el honor de fotografiar y documentar tantos momentos increíbles en sus vidas. Tantos como para publicar un libro.
Tico y yo llegamos a Estados Unidos de Cuba en los Vuelos de la Libertad. Yo me crié en la Pequeña Habana y Tico en Hialeah. Nuestros padres escuchaban la música cubana y Celia ocupó siempre el primer lugar en dicho repertorio. Tanto Tico como yo queríamos asimilarnos, “americanizarnos” por decirlo de alguna manera, y lo nuestro no era precisamente escuchar música cubana. Sin embargo, el encuentro con la imagen de Celia en aquel enorme cartel en Londres prendió una chispa en los dos. Sin duda alguna, fue Celia la que nos regresó a nuestras raíces. Con ella regresamos a casa. Con cada concierto de Celia crecía nuestro orgullo de ser cubanos.
Esta colección de fotografías es apenas una pequeña muestra y evidencia de los momentos maravillosos que pasamos en compañía de Celia y Pedro. Pero más importante aún, es nuestro homenaje personal a esta increíble mujer que volvió a conectarnos con nuestro pasado y nuestras raíces.
En esta sala hemos creado no solamente una exposición de nuestras fotografías de Celia, sino también una instalación vívida para que ustedes, el público, tengan la sensación de entrar en el Estudio 9 de la calle Grove en el Greenwich Village de Nueva York -nuestro estudio- que Celia visitó tantas veces. Hemos incluido diversos artículos personales que nos inspiran, al igual que recuerdos de nuestra amistad con Celia y Pedro que atesoramos profundamente.
!Que estas fotografías les brinden a ustedes la misma alegría que nos brindaron a nosotros cuando las tomamos!
Alexis Rodriguez-Duarte y Tico Torres
Greenwich Village, New York City, 2018